En Frutas Champi ya hemos recibido las frutas de la prestigiosa marca D. Catalá para la nueva temporada. Peras y manzanas de la mejor calidad.
¡Ven a probarlas!
En Frutas Champi ya hemos recibido las frutas de la prestigiosa marca D. Catalá para la nueva temporada. Peras y manzanas de la mejor calidad.
¡Ven a probarlas!
Aunque al hablar de verduras se mencione a los champiñones, no tienen nada que ver con las plantas, son hongos. Esta seta es una fuente de nutrientes y vitaminas con muchos beneficios para nuestra salud, estos son algunos:
Gracias a su contenido en Selenio, este hongo estimula la formación de las células T asesinas, que combaten las células cancerosas e impiden que se creen tumores.
Es una fuente única de antioxidantes, de los cuales muchos no se encuentran ni en las frutas ni en las verduras. El selenio y la vitamina D contribuyen a la reparación del ADN evitando que sufra mutaciones y también, inhiben el crecimiento de células malignas que puedan ocasionar cáncer.
Los champiñones contienen altas dosis de fibra, y los estudios aseguran que los diabéticos que siguen dietas muy fibrosas, mejoran notablemente sus niveles de azúcar e insulina en sangre.
Al ser ricos en potasio y sodio, estos minerales ayudan a que los niveles de presión arterial no sean elevados, previniendo enfermedades cardiovasculares.
Los hongos contienen dos tipos de fibra: los beta-glucanos y la quitina, que aumentan la sensación de saciedad y reducen el apetito. De esta forma se controla mejor el peso y la dieta es más fácil de llevar.
Fuente: muyinteresante.es
Fuente: lavanguardia.com
No es buena idea colocar en un mismo recipiente peras con manzanas, ni patatas con cebollas ni plátanos con aguacates si no queremos que se acelere el ritmo de su maduración hasta el punto de estropearse en menos tiempo del previsto.
El causante es el etileno, un gas que desprenden todas las frutas y verduras de forma natural al madurar, aunque algunos de ellos en cantidades tan elevadas que afectan a los que son más sensibles a sus efectos.
El etileno es un gas que desprenden todas las frutas y verduras de forma natural al madurar
Si se guardan en el mismo sitio los que lo producen y los que son sensibles, estos tendrán un proceso de envejecimiento mucho más rápido de lo que les corresponde, así que no tardarán en mustiarse e incluso pudrirse. Tampoco hay que mantener las frutas y verduras productoras dentro de bolsas o recipientes herméticos, porque el gas queda encerrado y el efecto es mayor.
Se trata de un elemento que las plantas emiten durante su metabolismo. Es la hormona que controla el crecimiento, maduración y envejecimiento de los frutos y sólo empieza a producirse al cosecharlos. Tiene efectos positivos, como hacer que las frutas sean más sabrosas y resulten más energéticas, porque les restan almidones y acidez, mientras elevan el nivel de azúcar.
Otros efectos son que mejora el aroma y aviva los colores, ya que reduce la clorofila. El etileno se produce sobre todo en plantas altas y por ese motivo son más propensas a emitirlo las frutas que las verduras.
Cada cosa en su sitio
La forma correcta de conservar frutas y verduras es separándolas. Los productores de etileno pueden estar a temperatura ambiente, cada uno de ellos aislado de los demás, mientras es preferible guardar los sensibles en la nevera.
Es un error frecuente almacenar juntos cebollas y patatas, porque tienen un uso en la cocina y una durabilidad similares. Pero lo cierto es que nunca deberían ni rozarse.
Las cebollas y las patatas nunca deberían ni rozarse
Por el contrario, si se ha comprado la fruta demasiado verde y se quiere que madure rápido, una buena forma de conseguirlo es meterla en una bolsa junto a plátanos y/o manzanas, entre otros.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos, la Universidad de Cornell y el Instituto de Marketing de los Alimentos de ese mismo país, han elaborado una lista de alimentos productores y sensibles a ese gas.
Los productores más importantes son:
Aguacates. Nunca los recolectan maduros y es complicado determinar cuándo están en su mejor momento. La producción de etileno comienza al arrancarlos y va en aumento a medida que pasan los días. Para saber si están maduros hay que presionarlos ligeramente y ver si ceden un poco.
En caso de estar demasiado verdes, se puede ablandar metiéndolos en una bolsa de papel con manzanas o envolviéndolos en unas hojas en papel de periódico, y si se tiene mucha prisa, poniéndolo unos minutos en el microondas o en el horno. No se mantiene más que tres o cuatro días en el frigorífico
Fresas. A diferencia de otros productores de etileno, tienen que recolectarse cuando ya están maduras, ya que una vez fuera de la planta no siguen el proceso. Conviene que estén en la nevera, donde la producción de gas disminuye, pero siempre alejados de los frutos sensibles a este. No sobreviven más que dos o tres días en fresco.
Mango. No es un gran productor, pero sí lo desprende al madurar. Fuera de la nevera aguanta entre 3 y 5 días, y una semana, dentro. Congelado, hasta 8 meses.
Manzanas. Sueltan tanto que hay que dejarlas completamente aparte de cualquier otro fruto. La cantidad de gas que emiten depende del momento de la recolección. Si la cogieron antes del grado óptimo de maduración, el etileno las afecta de tal manera que su piel se vuelve marronosa. Se conservan unas tres semanas fuera de la nevera, entre 4 y 6 dentro y 8 meses congeladas.
Melón. Los pequeños y de piel más clara, conocidos como “dulces” son productores de etileno, mientras otros, como los “cantalup” (visualmente similares) son sensibles a él. Cuando están enteros apenas si lo emiten, pero el proceso se acelera al cortarlos. De la misma manera pueden mantenerse hasta dos semanas en el frigorífico, si están sin abrir; si no, no más de uno o dos días. Un mes congelados.
Melocotones y ciruelas. Cuando aún están verdes apenas si desprenden etileno, pero el proceso se dispara a medida que avanza su maduración. Si se quiere que esta sea rápida, lo mejor es dejarla a temperatura ambiente. Eso sí, separada de cualquier otra fruta.
Patatas. Sueltan relativamente poco cuando están en perfectas condiciones, pero en cuanto les aparecen grillos, tienen algún corte o defecto y empiezan a arrugarse, aumenta la emisión. Pueden estar a temperatura ambiente hasta dos meses. No conviene guardarlas refrigeradas.
Pera. Si está a temperatura ambiente suelta más gas que en frío, así que si se quiere guardar entre 3 y 5 días lo mejor es tenerla en la nevera. Fuera apenas se mantienen uno o dos.
Plátano. Desprenden el etileno a través del rabo y por ese motivo se conservan mejor si este se envuelve en papel film. Como el gas aparece de forma rápida, no conviene que entren en contacto con el dióxido de carbono, que incrementa su producción. Cuando han alcanzado el grado de madurez que interesa, se pueden conservar tres o cuatro días en la nevera y hasta 3 meses congelados.
Tomates. Una vez maduros pueden aguantar hasta siete días a temperatura ambiente. Pero como son de los que emiten, hay que mantenerlos separados de todos los demás productores. Además, se recomienda no meterlos en la nevera porque pierden sabor.
Muchos de los vegetales que son sensibles al etileno, también lo producen, pero en cantidades tan pequeñas que no se aprecia. En todo caso, para evitar que se estropeen antes de tiempo, hay que mantenerlos separados de los que sí lo emiten.
Estos son algunos:
Brócoli. Si se mantiene junto a productos emisores, su duración se reduce al 50%. Se nota porque los ramilletes se ponen amarillentos. Aislado se puede conservar 4 o 5 días en la nevera. La mejor forma de mantenerlo fresco es congelándolo, incluso hasta un año.
Calabaza. Aunque la corteza esté dura y fresca en apariencia, el etileno, que suele afectar su interior, que se reblandece. Maduran muy rápido si se cosechan junto a plantas que lo emiten. Fuera del frigorífico duran hasta dos o tres meses; cinco o seis en su interior.
Cebolla. Como su durabilidad es similar a la de las patatas, hay una cierta tendencia a almacenarlas juntas. No es conveniente, porque aunque las primeras no sueltan mucho etileno, sí el suficiente para hacer que las cebollas empiecen a pudrirse e incluso a desarrollar moho. En la nevera aguantan hasta dos meses. Así que se pueden guardan ahí, pero siempre separadas de manzanas, tomates, etcétera.
Coles de Bruselas. Son las más sensibles al etileno, pese a que producen una cantidad mínima. Ante la exposición, las hojas pierden color e incluso se separan. Su conservación es similar a la del brócoli.
Coliflor. Es de las hortalizas más sensibles y hay que evitar juntarla con manzanas, melones y tomates. Perdura entre 3 y 5 semanas si está separada.
Espárragos. El gas hace que se mustien e incluso que adopten un tono amarillento, por lo que es aconsejable mantenerlos siempre refrigerados, pero no se conservan más de 3 o 4 días. Congelados aguantan más de cinco meses.
Lechuga y otras verduras de hoja verde. Aunque no todas tienen la misma sensibilidad al gas, a la mayoría les afecta. El problema está en que a veces se preparan mezcladas en ensaladas con hortalizas que emiten el gas. Lo aconsejable es prepararlas justo antes de servirlas para evitar que las hojas lleguen mustias a la mesa.
Pepino. Como casi todas las curcubitáceas es sensible al etileno. El deterioro es muy rápido si se mantiene junto tomates, manzanas y plátanos. En el frigorífico pueden aguantar hasta un mes, aunque en Estados Unidos, por ejemplo, no se recomiendan guardarlo refrigerado.
Zanahorias. Se vuelven amargas en un par de semanas sin están junto a un vegetal productor del gas. Aisladas duran hasta tres.
Fuente: www.alimente.elconfidencial.com
Aunque muchos consumidores las creen hipercalóricas y poco saludables, lo cierto es que aportan beneficios similares a las frutas frescas, pero con menor contenido hídrico
A esas alturas todos sabemos que debemos consumir cinco raciones de frutas y verduras diarias si queremos estar sanos. No en vano, es una de las recomendaciones nutricionales en la que más insisten los especialistas y distintos organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien recomienda consumir más de 400 gramos de frutas y verduras al día para mejorar la salud general y reducir el riesgo de determinadas enfermedades no transmisibles”.
A la hora de cumplir dichas recomendaciones, el mercado nos lo pone fácil, ya que oferta un extenso abanico de frutas frescas, que además amplían nuestra paleta de sabores y texturas, pero también deshidratadas o desecadas, que para muchos consumidores pasan inadvertidas, mientras que otros las creen opciones calóricas y poco saludables. Estas últimas son aquellas que han sido sometidas a un proceso de deshidratación, mediante el cual se le extrae el 80 % del agua, y a uno posterior de secado. Aunque se puede aplicar a todas las frutas, las más habituales son los higos, los dátiles, las uvas, las ciruelas, los melocotones o las manzanas.
Asimismo, esta técnica es más vieja que la historia, pues las civilizaciones mesopotámica y egipcia la aplicaban para alargar la vida de las frutas o intensificar su sabor. Entonces el proceso era artesanal y natural, pues no le adicionaban aditivos ni conservantes, por lo que se presumían de lo más saludables. Hoy el proceso se mantiene, aunque se han incluido secadores industriales, pero solo para las frutas que admiten este procedimiento como, por ejemplo, las pasas o los melocotones. Otras, como las cerezas, las fresas, los arándanos o los frutos del bosque, presentan características que dificultan la aplicación de esta técnica, por lo que le adicionan azúcar o derivados previamente a su secado. En este caso, se denominan frutas escarchadas o confitadas, y tienen un perfil nutricional menos saludable. Por lo tanto, la calidad final de esta variedad de frutos depende del tipo de proceso que se le aplique, por lo que debemos leer con atención la etiqueta.
Seguro que hay más de un consumidor que se pregunta si las frutas desecadas proporcionan los mismos beneficios nutricionales que las opciones frescas. Según la Fundación Internacional de Frutos Secos y Frutas Deshidratadas (INC), sí. Dicho organismo explica que “el contenido en nutrientes de las frutas secas tradicionales sigue siendo similar a la fruta fresca equivalente, aunque más concentrado. Sin embargo, “todas las frutas secas presentan mayor cantidad de calorías que sus originales con agua, puesto que en el proceso de deshidratación pierden el líquido, pero mantienen sus componentes, sobre todo los hidratos de carbono simples”. Por lo tanto, son buenas fuentes de varios micronutrientes”. Veamos cuáles.
Las frutas secas son generosas en fibra, tienen poder saciante y aportan una buena dosis de vitaminas
Como tienen prácticamente el mismo patrimonio nutricional que la frutas frescas, hacerles un hueco en nuestra dieta es una idea de lo más acertada. Habitualmente, tienden a consumirse como tentempié entre las comidas, que además ayudan a reponer energía. Sin embargo, también podemos usarlas como edulcorante, reduciendo así el consumo del poco saludable azúcar refinado, y como ingrediente de ensaladas, guisos o estofados, a los que les da un interesante toque dulzón. Aunque los mejores compañeros de juego son las elaboraciones dulces: tartas, bizcochos, magdalenas, helados…