Este fruto no puede faltar si queremos empezar el año nuevo con buen pie. Pero ¿sabéis de dónde procede la variedad más consumida? El valle del Vinalopó es famoso por su producción
Empezar el año con las consabidas doce uvas es una tradición que si pasamos por alto nos acarreará doce meses de mala suerte. Por lo tanto, más vale tomárselo en serio y, sobre todo, no hacerlo con cualquier tipo de uva, sino con una de la mejor calidad. La frescura, por supuesto, siempre es un plus y en nuestro país tenemos en abundancia llegadas estas fechas, por lo que no debemos despreciar la oportunidad de aprovecharnos de esta cercanía. Pero vamos a empezar explicando el origen de una costumbre que nos tiene al pie del cañón durante las doce campanadas que cierran el día de Nochevieja, porque ¿cuándo empezó todo esto de las uvas?
Muchos achacan el inicio de la tradición a una sobreabundancia en la cosecha de uva del año 1909, que además abarató su coste. “Ese año hubo muy buena cosecha de uva y los agricultores de la comarca alicantina del valle del Vinalopó aprovecharon la coyuntura para sacarlas al mercado bajo el nombre de las uvas de la suerte”, aseguran desde la web Uvasdoce, especializada en ofrecer esta fruta ya lista para la fecha en cuestión.
Uvas para endulzar el Año Nuevo
Otros creen que fue a finales del siglo XIX, cuando los aristócratas de toda Europa ya acostumbraban a despedir el año con uvas y champán. También hay quienes consideran que la jugada maestra de los productores de uva solo ayudó a consolidar una costumbre que empezaba a coger fuerza. Quizás el acicate fue la decisión de un grupo de jóvenes madrileños que acudió a la Puerta del Sol para emular con sorna a los nobles tomándose las uvas en pleno centro de Madrid.
Así, llevamos más de un siglo apagando los sinsabores del viejo año con el dulzor de las uvas entre los labios, sobre todo con la uva del Vinalopó -de donde partió la ocurrencia de las ‘uvas de la suerte’-. Esta comarca de la provincia de Alicante se encuentra integrada por los municipios de Agost, Aspe, Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes, La Romana, Monforte del Cid y Novelda. Dos de cada tres uvas que se consumen en Nochevieja en España proceden del Vinalopó, es decir, unas 1.500 toneladas de producto.
Debemos matizar que lo que cuelga en las ramas de estas parras es un alimento muy particular, pues el racimo crece embolsado en sacos de papel hasta que madura y se cosecha. En concreto, se aprovechan los meses de canícula estival para ejecutar este proceso. Dicha práctica, según nos explican desde el Consejo Regulador de Uva Embolsada del Vinalopó, se puso en marcha en una de las localidades productoras, Novelda, en 1920 por parte de un agricultor llamado Manuel Bonmatí.
A pesar de que el objetivo inicial de este propietario era proteger sus racimos del ataque de la polilla, acabó descubriendo que no solo lograba defender su preciado interior de la temida plaga, sino que le confería unas características nutricionales y organolépticas únicas como una piel más fina, pues la fruta ya no sufría las agresiones de la lluvia, y un color uniforme. Una ocurrencia que ha añadido valor a su producto. De las siete variedades amparadas por este Consejo Regulador, la más tardía y consumida en Nochevieja es la variedad aledo, autóctona de la zona y cultivada exclusivamente bajo la técnica del embolsado. La recolección de este fruto se realiza, aproximadamente, entre el 15 de septiembre y finales de diciembre.
Uvas sin semillas gracias a la partenocarpia
Es cierto que la uva aledo es una variedad con semillas que nos exige una labor previa de limpieza para que nada reste segundos a nuestra carrera. Una tarea que, según los expertos, debemos hacer cuanto más tarde mejor, pues así no se oxida tanto. Esta circunstancia ha hecho que muchos se decanten por variedades sin semillas -también conocidas como ‘seedless’- que, aunque pueda parecerlo, en un principio no son transgénicas. Al igual que sucede con otras muchas frutas, como la sandía sin pepitas, se las somete a un proceso conocido como partenocarpia, que consiste en la hibridación de varias plantas de la misma especie y no en la fertilización.
Según el Consejo Regulador, aunque en su momento hubo un estudio con el propósito de investigar la obtención de aledo sin pepitas -tratando de respetar la esencia de la variedad-, este finalmente no prosperó y continúan ofreciendo su uva con semillas. De las que, por cierto, son firmes defensores: «Como evidencia la literatura científica, la mayor concentración de compuestos beneficiosos para la salud en la uva está en su piel y en sus semillas, por lo que sin estas nos perderíamos toda la esencia saludable de esta deliciosa fruta. Por ello, todas las variedades amparadas por la Denominación de Origen Protegida (DOP) son variedades con semillas, que a menudo son casi imperceptibles al paladar y que nos garantizan un completo aporte nutricional», explica este organismo en su página web.
En el caso de que queramos disfrutar de esta uva para despedirnos del año con un buen sabor de boca, desde esta célebre institución nos aconsejan que busquemos los distintivos de calidad que «solo un producto amparado por una denominación de origen puede utilizar y que son una garantía para el consumidor. En nuestro caso esos distintivos son las contraetiquetas, vitolas o separadores numerados con el logo de nuestra DOP y el logo de marca de calidad UE». Pero no todo el monte es aledo, otra variedad que se consume en Navidad es la sugraone, una uva blanca que se produce en Alicante y en Sudáfrica, y la crimson, de Murcia.
Fuente: https://www.alimente.elconfidencial.com/