Es una mutación. Del melocotón. Esto es el paraguayo, esa fruta con forma aplastada, que inunda las fruterías y tiendas de comestibles en verano.
El paraguayo (Prunus persica var. platycarpa) es uno de esos productos sin especial prestigio; como lo pone de manifiesto el que no haya grandes, ni pequeñas, recetas con él. Esto es lo que tienen las frutas baratas, porque en la alimentación, ya se sabe, el clasismo es la norma; hay productos delicatesen que (casi)todo el mundo quiere probar y otros que… que bueno, que ahí están.
El paraguayo es un producto climatérico (madura después de la cosecha) y al ser de la familia del melocotón tiene algunas características comunes: tiene una piel lisa y aterciopelada, con una amplia gama de verdes y rojos en su color, y presenta una pulpa carnosa, perfumada, dulce y jugosa, normalmente blanca, con un hueso pequeño.
Esta fruta posee un sabor que pasa por una extensa gama de dulces, y cuando está un poco verde es un placer el poder hincarle el diente.
Se cultiva principalmente en regiones templadas y tiene unas exigencias de suelo y cultivo similares al del melocotonero. En España, uno de los países destacados en la producción de esta fruta, las zonas de mayor cultivo son Murcia – siendo la principal comarca productora la Vega Alta, en especial los municipios de Cieza y Calasparra-, y Aragón.
El paraguayo procede de China, donde era llamado ‘ping-tzu-tao’ (melocotón de plato) y fue, paradojas de la historia, la fruta preferida de los emperadores de ese país. Desde China se extendió a Europa y Estados Unidos. Y hasta ahora.
Fuente: http://territoriogastronomico.com/